Había una vez una niña curiosa llamada Lola a la que le encantaba aprender sobre el mundo que la rodeaba. Le fascinaba especialmente la Tierra, con sus vastos océanos, sus imponentes montañas y su abundante vida salvaje. Un día se embarcó en una aventura para aprender más sobre este asombroso planeta y todos los aspectos que lo hacían tan especial.
Mientras viajaba por la tierra, aprendió la importancia del agua, que cubría la mayor parte de la superficie terrestre. El agua es esencial para la supervivencia de todos los seres vivos: plantas, animales y humanos. Lola descubrió que el agua de la Tierra no sólo estaba en los océanos, sino también en ríos, lagos e incluso bajo tierra. También descubrió que la contaminación y el cambio climático dificultaban la limpieza y la salud del agua de la Tierra.
A continuación, Lola exploró la tierra y la fauna que vivía en ella. Vio cómo los animales dependían de sus hábitats para encontrar comida, cobijo y seguridad. Aprendió sobre el delicado equilibrio de la naturaleza y la conexión entre todos los seres vivos. Pero también vio cómo los humanos destruían los hábitats talando los bosques y contaminando el aire.
Lola miraba al cielo y se preguntaba por la atmósfera que rodeaba la Tierra. Aprendió que el aire está formado por diferentes gases, entre ellos el oxígeno, que todos los seres vivos necesitan para respirar. Descubrió que las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, contaminaban el aire y dañaban el delicado equilibrio de la Tierra.
Por último, Lola pensó en los seres humanos que vivían en la Tierra. Se dio cuenta de que las personas eran una gran parte del problema, pero también podían ser una gran parte de la solución. Aprendió formas de ayudar a proteger la Tierra, como reciclar, conservar el agua y utilizar fuentes de energía limpias.
Lola volvió a casa agradecida por todo lo que había aprendido sobre la Tierra. Compartió sus nuevos conocimientos con sus amigos y familiares, con la esperanza de inspirarlos para que ayudaran a proteger este increíble planeta al que todos llamamos hogar.
¿Sabías que cada año llegan al océano más de 8 millones de toneladas de plástico que dañan la vida marina? Podemos ayudar reduciendo el uso de plásticos de un solo uso, como los sorbetes y las bolsas de plástico. ¿Y sabías que plantar árboles puede ayudar a combatir el cambio climático absorbiendo dióxido de carbono del aire? Todos podemos poner de nuestra parte para proteger la Tierra y hacer de ella un lugar mejor para todos los seres vivos.
