La pequeña locomotora que pudo

Resumen

Esta historia narra la experiencia de una pequeña locomotora que enfrenta el desafío de arrastrar un tren pesado por una colina empinada. En una estación de ferrocarril, el superintendente busca una locomotora adecuada para esta difícil tarea, pero las locomotoras grandes se niegan debido a la carga. Finalmente, una locomotora nueva e impecable, aunque no tan grande, acepta el reto y, mientras asciende, se motiva repitiendo 'Creo que puedo' para mantener su determinación. A pesar de las dificultades, la locomotora persevera y alcanza la cima, demostrando que la confianza y la actitud positiva pueden superar grandes obstáculos. Con un claro mensaje de perseverancia y autoconfianza, esta historia inspira a los niños a enfrentar retos con optimismo.

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En una estación de ferrocarril había un tren muy pesado que tenía que recorrer una pendiente muy pronunciada antes de llegar a su destino. El superintendente de la estación no estaba seguro de qué era lo mejor que podía hacer, así que se acercó a una locomotora grande y fuerte y le preguntó:

—¿Puedes tirar de ese tren colina arriba?

—Es un tren muy pesado —respondió la locomotora.

Entonces se acercó a otra locomotora grande y fuerte y le preguntó:

—¿Puedes tirar de ese tren colina arriba?

—Es un tren muy pesado —respondió.

El superintendente se quedó perplejo, pero se volvió hacia otra locomotora que estaba impecable y nueva y le preguntó:

—¿Puedes tirar de ese tren colina arriba?

—Creo que puedo —respondió la locomotora

Así que se hizo circular la orden, y la locomotora se puso en marcha hacia atrás para poder acoplarse al tren, y mientras avanzaba por los rieles se repetía a sí misma:

—Creo que puedo. Creo que puedo. Creo que puedo.

El acoplamiento se hizo y la locomotora comenzó su viaje, y a lo largo de todo el nivel, mientras rodaba hacia el ascenso, no dejaba de repetirse a sí misma:

—Creo…. que… puedo. Creo… que… puedo. Creo… que… puedo.

Entonces llegó a la pendiente, pero su voz aún se oía:

—Creo que puedo. Creo… que… puedo. Creo… que… puedo —cada vez subía más alto, su voz se hacía más débil y sus palabras más lentas—. Cr… eo… que… pue… do.

Ya casi había llegado a la cima.

—Cre… o.

Estaba en la cima.

—Que… puedo.

Pasó por encima de la cima de la colina y comenzó a arrastrarse por la ladera opuesta.

—Creo… que… puedo. Creí… que… podía. Creí… que… podía. Creí que podía. Creí que podía. Creí que podía.

Y cantando su triunfo se precipitó hacia el valle.