En la noche de Halloween

Resumen

La historia trata sobre una misteriosa noche de Halloween en un bosque tranquilo, donde seis brujas se reúnen bajo la luz de la luna. Estas brujas cuentan historias escalofriantes sobre niños con mal comportamiento, advirtiendo sobre el castigo que podrían enfrentar. En paralelo, un grupo de niños que se portan mal es amonestado por un profesor, pero no toman en serio las advertencias sobre la noche de Halloween. Mientras juegan, son sorprendidos por las brujas, quienes los convierten en estatuas como castigo. Sin embargo, la llegada de Colón y sus marineros cambia todo. Con cantos y rezos, logran romper el hechizo, enseñando a los niños una lección sobre el buen comportamiento. La historia termina con los niños reflexionando sobre su experiencia y la importancia de la cortesía y el buen comportamiento.

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En el tranquilo bosque, bajo la pálida y brillante luna de la noche de Halloween, se reunieron seis brujas. Vestidas con largas capas negras y sombreros puntiagudos, sujetaban firmemente sus escobas. Su presencia llenaba el aire quieto de la noche con una esencia espeluznante mientras recitaban rimas inquietantes, sus voces se superponían y resonaban en el vacío que las rodeaba.

Advirtieron del susto que causarían a cualquier mortal que se atreviera a aventurarse en una noche así. Cada uno de ellas se turnó para contar historias de niños que se portan mal: un niño que llora cuando sube las escaleras, otro que nunca reza sus oraciones, una niña que no deja de molestar y otra que nunca dice “por favor”. Con una risa siniestra, terminaron sus recitaciones y rompieron a cantar. Sus armonías se fundieron con el susurro de las hojas, y sus cuerpos se balancearon, moviéndose en una danza fantasmal, de dos en dos, hasta que desaparecieron en la noche.

En marcado contraste, al día siguiente se produjo una escena muy diferente. En un aula, un severo profesor amonestaba a un grupo de alumnos. Entre ellos estaban los cuatro niños que habían sido objeto de los cuentos de brujas. Estaban el pequeño Boo-Hoo, que siempre llegaba tarde; el pequeño Sin-Cuidado, que era tan descuidado que olvidaba sus oraciones; la señorita Bromista, que disfrutaba molestando a los demás; y el señor Nunca-Digas-Por-Favor, que a menudo descuidaba la cortesía.

A los alumnos, que habían sido retenidos después de clase por su mal comportamiento, se les instó a que corrieran a casa, ya que era Halloween y se creía que las brujas habían salido. Lo que no sabían era que las brujas se asomaban por una ventana y sus ojos brillaban con malicia. Los niños se rieron, alegando que no temían a las “brujas tontas”.

Más tarde, ese mismo día, los niños corrían por el bosque, cuatro de ellos rezagados. Mientras avanzaban, cantaban canciones de otoño y de Halloween, sin percatarse de la presencia de las brujas. De repente, el bosque se llenó de sonidos extraños: búhos ululando y gatos maullando en un idioma extraño que sólo las brujas parecían entender.

Saliendo de la oscuridad, las brujas rodearon a los niños y recitaron un hechizo. El hechizo convirtió a los niños en estatuas parecidas a muñecas, un cruel castigo por sus malos modales. Las brujas invocaron entonces a búhos y gatos, que se unieron a ellas en sus juergas de Halloween, dejando atrás a los niños transformados.

Finalmente, el silencio de la noche se rompió con el sonido de las trompetas, que anunciaban la llegada de Colón y sus marineros. Eran un grupo muy animado, y sus canciones y danzas resonaban por todo el bosque. El descubrimiento de los niños en forma de estatua los dejó perplejos, por lo que Colón pidió que se rompiera el hechizo de las brujas.

Como si hubieran sido escuchados por una fuerza invisible, las brujas, los búhos y los gatos reaparecieron. Compartieron valiosas lecciones con los niños, advirtiéndoles que fueran buenos y educados y que recordaran la noche de Halloween. Una vez transmitido su mensaje, las criaturas mágicas se retiraron, dejando a los niños con Colón y sus marineros.

El decidido Colón ideó un plan. Sacaron una gran bandera, cuyos colores resaltaban bajo la luz de la luna. Mientras los marineros formaban un círculo alrededor de los niños, recitaron versos y cantaron el himno nacional. Para su sorpresa y alivio, los niños volvieron poco a poco a la vida, uniéndose al coro.

La encantadora noche terminó con Colón y los niños saludando a la bandera al unísono, símbolo de su triunfo sobre el hechizo de Halloween. Los niños aprendieron la lección, marcados para siempre por los peculiares acontecimientos de aquella noche de Halloween.