Érase una vez, en una hermosa y verde tierra llamada Escocia, una criatura mágica que vivía en las profundidades de un gran y profundo lago llamado Lago Ness. Esta criatura era conocida como el monstruo del Lago Ness, o Nessie para abreviar.
Durante cientos de años, Nessie fue visto a menudo por la gente que vivía cerca del lago. Nadaba hasta la superficie y jugaba con la gente, chapoteando y divirtiéndose en el agua. Las personas que la veían siempre quedaban asombradas por su belleza y gracia, y les encantaba verlo nadar.

Pero un día, un hombre malvado llegó al lago con la intención de atrapar a Nessie. Colocó trampas y redes en el agua, con la esperanza de capturar a la hermosa criatura. Pero Nessie era demasiado listo para él. Consiguió evitar sus trampas y permaneció escondido en las profundidades del lago.
Después de aquel día, la gente que vivía cerca del lago no volvió a ver a Nessie. Tenía demasiado miedo de ser atrapado y herido por el malvado hombre. Pero no desapareció del todo. Tenía una cueva secreta en el fondo del lago, donde podía esconderse y estar a salvo.
En su cueva, Nessie tenía todo tipo de cosas maravillosas para entretenerse. Tenía libros para leer, juegos para jugar y música para escuchar. Pasaba la mayor parte del tiempo en la cueva, pero de vez en cuando salía a la superficie para contemplar el hermoso entorno.
Aunque Nessie se esforzaba mucho por no ser visto, a veces la gente lo veía. Veían su largo y delgado cuello rompiendo la superficie del agua, o la enorme estela ondulada que dejaba a su paso al nadar por el lago. Y cuando lo hacían, se maravillaban ante la visión de la criatura mágica.
Pero por mucho que la gente se esforzara en verlo, Nessie siempre volvía a las profundidades del lago, a su cueva secreta, donde se sentía seguro y feliz. Y aunque estaba escondido, seguía siendo una leyenda, y la gente siempre contaría historias del hermoso y misterioso monstruo del Lago Ness.