Un asno y un zorro se habían convertido en camaradas cercanos y estaban constantemente en compañía del otro. Mientras el asno cortaba un poco de verdura fresca, el zorro devoraba un pollo del corral vecino o un poco de queso robado de la lechería. Un día, la pareja se encontró inesperadamente con un león. El asno estaba muy asustado, pero el zorro calmó sus temores.
«Hablaré con él», dijo.
Así que el zorro caminó audazmente hacia el león.
—Alteza —dijo en voz baja para que el asno no pudiera oírlo—, tengo un buen plan en la cabeza. Si prometes no hacerme daño, conduciré a esa criatura tonta a un pozo del que no podrá salir, y podrás darte un festín a tu antojo.
El león estuvo de acuerdo y el zorro volvió con el asno.
«Le hice prometer que no nos haría daño», dijo el zorro. Pero ven, conozco un buen lugar para escondernos hasta que se haya ido.
Entonces el zorro condujo al asno a un pozo profundo. Pero cuando el león vio que el asno era suyo, lo primero que hizo fue derribar al traidor zorro.
